martes, 8 de noviembre de 2011

Un mes sin Atleti


Getafe 3 - Atleti 2

Me voy a la República Centroafricana. Estaré dos semanas grabando el trabajo de los misioneros, voluntarios y cooperantes españoles en un país desconocido del continente negro que tiene una extensión igual a la de Francia y apenas cuatro millones de habitantes. Un país que ocupa el quinto lugar por la cola en el Indice de Desarrollo Humano (IDH) y donde las conexiones a internet son una quimera. Agradecidos estaremos si en los lugares que visitamos tenemos agua y luz. Y cuando regrese, al día siguiente, me voy a Tailandia, a grabar el trabajo de otros héroes anónimos en la frontera con Myanmar y en el gran basurero de Nakon Sawan. Una semana. En total voy a estar todo un mes fuera sin ver al Atleti (o lo que queda de él).

Estoy preparando la maleta con el recuerdo de la humillación aberrante y sinsentido del domingo por la noche en el desangelado coliseo de Ángel Torres. No sé si meter -como hago habitualmente- los enseres rojiblancos (camisetas y gorras). Me dan ganas de "borrarme" y no volver a saber nada del equipo. Y pienso en un amigo que me soltaba una gran verdad cuando le contaba lo del viaje: "Cuidadito, Santi, que igual te tiras un mes sin móvil y sin internet y te das cuenta que eres más feliz". Pues eso, a ver si cuando vuelva de repente me doy cuenta que sin el Atleti soy muchísimo más feliz y dejo de llenarles los bolsillos al dúo prescrito y a su agencia de jugadores disfrazada con el escudo de lo que fue mi Atleti. Aunque me temo que no.

Uno, que se ha recorrido el mundo de izquierda a derecha y de arriba abajo, sabe que le faltará tiempo para preguntar a los niños si conocen al Atleti. Y también sé que cuando dos pitidos me alerten de un rayito de cobertura, me faltará tiempo para llamar a casa y preguntar por mi mujer, mi hija... y el Atleti. Lo sé. No tengo remedio. Lo mismo que sé que el día que juegue el Atleti contra el Levante, contra el Madrid, contra el Celtic, me pondré la rojiblanca y trabajaré por esos pueblos de Dios con ella puesta para recordar a los míos y apoyarles en la distancia. Es un rito. Un impulso irrefrenable. El mismo que me lleva a mirar las fotos de las personas que amo cada noche antes de dormir bajo la mosquitera, después de repasar las imágenes grabadas durante toda la jornada de trabajo.

Y me dolerá hasta rompérseme el corazón cuando el Atleti pierda contra el colista, contra díez, tocando y tocando sin profundidad, sin garra, sin derrochar ese coraje y corazón que se ha quedado en un himno que ninguno de los jugadores que militan en la agencia del dúo prescrito tienen intención de conocer, aprender y hacer realidad en el terreno de juego.

Y me volverá a doler cuando el Madrid vuelva a humillarnos un año más (y van tantos que casi no debería importarme). Y la prensa y el duo prescrito (que vienen a ser lo mismo) dirán que el Madrid no es rival del Atleti. Que está en otra liga, que nosotros somos un club mediocre que deberíamos darnos con un canto en los dientes por estar jugando la Europalí de los cojones. Y entonces me reconcomeré por dentro, apretaré los puños con rabia y me cagaré en Gil, en su familia, en Cerezo, en sus muertos, en lo aborregados que estamos los socios, en la morfina que nos suministran poco a poco a través de los medios de comunicación y en lo conformistas, mediocres, grises y tristes que nos hemos vuelto. Hoy no importa que nuestro Atleti empate contra el colista jugando con diez, mucho menos que el Madrid nos meta tres, cuatro o seis goles. Han conseguido que la afición asimile, disculpe y entienda lo que jamás de los jamases había pasado en lo que otrora fuera un CLUB DE FÚTBOL.

Como ya decía, supongo que no entraré para comentar ningún partido (presumo que me será imposible verlos en la selva centroafricana, entre pigmeos, minas de diamantes teñidos de sangre y campos de refugiados congoleños). Supongo que a mi regreso las cosas seguirán igual que durante los últimos 24 años. Que los delincuentes que robaron el club (o se lo apropiaron indebidamente, según la sentencia del juez) continuarán enriqueciéndose bajo el paraguas rojiblanco, que los socios continuaremos engañados en este sinsentido, que el equipo dará una de cal y tres de arena, que habrá otro entrenador o alguno que quiera venir (tarea que se antoja cada vez más complicada), que seguiremos recordando nuestro pasado y destrozando nuestro futuro sin un presente decente... Quizá el único cambio en el país cuando regrese el próximo 3 de diciembre sea que tenemos un nuevo presidente del Gobierno que hará exactamente lo mismo que el que teníamos. O sea, nada. O sea, más de lo mismo. O sea, cambiar el perro con el mismo collar.

Y, ya digo. Después del bochorno de Getafe no pasará absolutamente nada. La SAD ya ha confirmado en su puesto a Manzano (hábil manera de ponerle en el disparadero y hacerle objeto de todas las críticas para desviar la atención del verdadero cáncer atlético). Esto, a la vez, significa que tiene más papeletas para que le den la patada. Y por último, como dice el bueno de Tomi Soprano, tras el parón de la Liga, cuando el Calderón se vuelva a llenar para ver al Levante, el público no recibirá al equipo con una pitada que reviente los cristales de las cuatro torres que levantó el Madrid para sanear sus arcas. La afición no estará cantando durante 90 minutos el "diles que se vayan", el "Gil, cabrón, fuera del Calderón", el "estamos hasta los huevos de la familia Gil"... Y aunque así fuera (que no será), los periodistas y los medios no dirán ni media palabra sobre el asunto al día siguiente. Misterios insondables.

Lo dicho. Hasta la vuelta.

Un abrazo rojiblanco (de los de antes).


viernes, 4 de noviembre de 2011

El señorío del Calderón (casi vacío)


Atleti 4 (lo juro) - Udinese 0
Para mí que no había ni 10.000 personas en el Calderón ayer noche. Normal. Un jueves de noviembre, a las 21:05, contra un equipo de suplentes, junto al río, con amenaza de lluvia, después de unos partidos en los que nadie sabe a qué juega nuestro equipo... Y ojo, que entre los 10.000 estoy contando a los 1.500 italianos que no dejaron de animar a pesar del auténtico repaso que les dio el Atleti y, sobre todo, muy a pesar de la imagen absolutamente blanda, triste, aborregada, cochinera, indolente y sinvergüenza que dio su escuadra (en la que había siete suplentes, dicho sea de paso).

Y digo que el Calderón tiene señorío porque ayer, cuando todo el pescado estaba vendido con el 4-0, el Frente Atlético no tuvo mejor ocurrencia que cantar contra los aficionados italianos. Algo incomprensible por el resto del estadio (que no seríamos muchos más que los del Frente Atlético y que estábamos desperdigados por toda la grada). Fue entonces cuando el Vicente Calderón, el auténtico aficionado rojiblanco, el que lleva sufriendo 24 años de sinsabores con el dúo prescrito, el que ve cómo nuestro CLUB se ha convertido en una AGENCIA DE JUGADORES, comenzó a recriminar a los jóvenes aficionados del Frente Atlético su absurda e incoherente cantinela contra los aficionados del Udinese. Y la pitada ahogó los cánticos de nuestros ultras despistados. La reacción de los más de 1.500 aficionados italianos fue todo un ejemplo de deportividad y señorío futbolístico a la altura de la nuestra. Respondieron a nuestra recriminación al Frente Atlético con una ovación espectacular. Y la cosa no quedó ahí. El Vicente Calderón, que tiene una afición señorial (aunque los Giles y Cerezos sigan siendo nuestra cuenta pendiente) correspondió a su vez con otra ovación. Fútbol y señorío en estado puro. Sí señor.

Tomi y Jose I.
No me voy a enrollar aquí a contar lo que la gran mayoría de vosotros vísteis calentitos en casa a través de la tele. Coincidiremos en que el Udinese vino a pasearse porque tiene la clasificación casi en el bolsillo. Además, los italianos están más preocupados por el Calcio que por esta competición europea de calderilla.
Me acordé del gran Tomi Soprano (uno de los mejores blogueros rojiblancos) al que no tuve tiempo de responder cuando me comunicaba que él tampoco iría al Calderón. Lo siento, amigo Tomi, no pude refrenar mis ganas de Atleti cuando me espera un mes fuera de España sin un cántico que llevarme a la garganta, sin un quiebro que recordar durante la semana, sin ese sentimiento inexplicable e irracional que me sacude cada vez que me siento en la grada. Traicioné mi palabra. Y no sabe usted lo que me alegro.
En el descanso, con un 3-0 y ganas de ver más goles, me apreté un bocata de paleta ibérica con queso de cabra sobre un lecho de tomate y lluvia de aceite entre panes asiáticos (la pistola del chino, vaya). Y en esta ocasión tampoco pude disfrutar de la compañía y el análisis apresurado y preciso de otro de mis blogueros de cabecera, José I. Fernández (Un grande sin memoria). Y sabe Dios que anduve mirando y remirando a ver si le veía en su sector. Apenas a cincuenta metros de mi butaca. Pensé que, a lo mejor, alguien había recobrado la cordura y le habían vuelto a contratar en alguna televisión, emisora o periódico donde pueda volver a informar con imparcialidad, precisión y profesionalidad sobre el acontecer deportivo. Ojalá fuera así.

El partido
A pesar del flojo rival, el Atleti hizo su trabajo con soltura. Sobre todo porque salieron desde el principio con una actitud diferente a la del domingo contra el Zaragoza. El equipo se veía con tensión, con intensidad, con más precisión de lo habitual y, sobre todo, con muchas ganas de disfrutar. Y a Adrián se le notaba. No habían pasado 12 minutos y ya había marcado dos goles el internacional sub-21 que vino gratis y con el que el dúo prescrito pretende hacer negocio vendiéndoselo por 6 kilos al Villarreal (amén de algún chanchullete para cerrar los agujeros económicos por los Diegos uruguayos. A saber: Forlán y Godín).
Me gustó muchísimo Adrián. Un chaval que, como dice Tomi, no tiene tatuajes, ni peinados raros, ni sale en las revistas del corazón, ni baila absurdas canciones junto a artistas de moda, ni celebra los goles con aspavientos, ni busca protagonismo más allá del que le dé ser un hombre de equipo, un pasador excepcional, un segundo delantero que, si sigue progresando, puede llegar lejos. Aunque aún es muy pronto para saber esto.
Me gustó Perea (sí, lo siento, debo de ser el único). El colombiano llegó como lateral al Atleti. Aún recuerdo el partidazo que hizo con Boca Juniors en el Villa de Madrid justo antes de que lo ficháramos. Luego, de central, quitando una temporada, no ha dejado de darnos disgustos y malos ratos. Sí, también lo sé. Todos los partidos hace su "Pereada". Pero ayer (y ya van unos cuantos) hizo un gran partido subiendo la banda llenándose los tacos de cal. Lástima que no sepa ponérsela a Falcao. Pero claro, no se puede tener todo.
Me gustó mucho el otro colombiano. Falcao, el sobrino de Dios, pelea todos los balones, lucha, se entrega, no da una por perdida, derrocha coraje y corazón. Es un delantero centro nato. Muy bueno para el Atleti aunque no esté inspirado (lógico si nadie le pone balones en el área). Ayer demostró que él solo puede fabricarse un gol. Me alegré por él. Lo necesitaba.
Me gustó Arda Turán. No marcó, pero el turco es un auténtico obrero de la pelota. Todos los partidos se los pasa corriendo, ofreciéndose, pasando con criterio, subiendo, bajando, buscando a los medios centros para darles opciones de pase, poniéndosela a los delanteros o al Diego brasileño. Bien el turco.
Y así uno por uno (a excepción de un Godín desafortunado en dos lances). Todos dando lo mejor de ellos mismos ante un equipo indolente, aburrido, soso, blando... pero esto ya lo he comentado más arriba.

La prensa deportiva
Increíble. De vergüenza ajena. Penoso.
Yendo al campo escuchaba Onda Madrid en su previa. Los compañeros estaban entusiasmados porque la UEFA les dejaba entrar en el Calderón (cosa que no permite la LFP). Y hablaron muchísimo de Reyes (ayer nadie se acordó de él) y más aún de Manzano y su situación límite -eso decían ellos-. Incluso comentaron la situación de Antonio López que jugaba de titular y en unos días pasaría por el quirófano. Bien. Eso sí, ni una palabra de la gestión de Gil y Cerezo. Cero patetero. Ni una mención a las bufandas verde y oro. Ni una palabra sobre los cánticos del domingo contra el dúo prescrito (parece que sólo escucharon a los que cantaban contra Manzano). Incomprensible.
Después del partido. Ya en casa. Metido bajo el edredón para sacar el frío del río, puse Onda Cero. Más de lo mismo. Mucho Manzano, mucho hablar de que nos gusta sufrir, de que somos una afición masoquista, de que lo del Atleti es incomprensible. Otro tópico, más topicazos... y ni una sola palabra sobre la nefasta gestión de un equipo que lleva 24 años en manos de unos mafiosos que se dedican a sus labores bajo el paraguas de lo que antes era un CLUB y ahora es una AGENCIA DE JUGADORES. Lo más extraño es que era el gran Santiago Segurola el que esto decía. Y hablaba de los últimos diez años en los que el Atleti no tiene un proyecto deportivo. ¡Coño, si es que lo que prima es el proyecto económico de Gil y Cerezo! Y con el sabor agridulce de los cuatro goles europeos (el tercero sencillamente espectacular) y la complicidad de la prensa deportiva con los capos prescritos, soñé con el Club Atlético de Madrid, con la posibilidad de elegir presidente, con un equipo duradero donde no cambiemos de capitán siete veces en siete partidos, donde los niños puedan aprenderse una alineación tipo y donde los socios no seamos los que subvencionemos los turbios negocios de un par de delincuentes sobreseídos y pidamos a nuestros futbolistas que aspiren cada día a "pelear como el mejor". Pero los sueños, sueños son.

El domingo, en Getafe, a las 22:00 horas, veremos qué Atleti sale. No nos queda otra.

Atleeeeeeeeeti, Atleeeeeeeeeti, Atleeeeeeeeeeti.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ni sí, ni no, ni todo lo contrario

Atleti 3 - Zaragoza 1

La verdad es que no apetece ir a ver al Atleti. De ahí que, a pesar del puente, ni ganas tuviera de ponerme aquí a contar la tediosa tarde-noche de fútbol en un Calderón repleto de peñistas entusiastas que no tienen la desgracia de sufrir el sol, el frío, la lluvia y la maldita gestión del dúo prescrito. Casi lleno en un Calderón con la hora cambiada (ya de noche), con una temperatura agradable y con escasa presencia de bufandas verde y oro para pedir, exigir, reclamar, mostrar en silencio, de forma pacífica y sin resignación, que otro Atleti es posible, que necesitamos volver a ser un Club de Fútbol y dejar ya la SAD y los negocietes de los que se sirven de la pasión irracional de tantos y tantos seguidores rojiblancos... Lo dicho, como si nada.

Saltó el Atleti al campo y aparte de la megafonía a toda leche no se oyeron pitadas, ni abucheos, ni pataletas por el vergonzoso espectáculo en San Mamés. Apenas los peñistas entusiasmados aplaudieron débilmente a un equipo que, como siempre, tenía sus sorpresas en la alineación. Ya he dicho en otras ocasiones que últimamente es más complicado acertar el once del Atleti que los catorce de la quiniela. Con el sobrino de la Faraona porque castigaba al futbolista, con el triste del traje mustio porque hace rotaciones. Bueno, no, que también castigó el domingo a Reyes por insultarle tras el cambio. Pues eso.

Empezó el Atleti sin fuerza, sin coraje, sin querer redimir su penoso paso por Bilbao, sin intención de ofrecer a los peñistas un derroche de coraje y corazón. Por cierto, no estaría de más que alguien les hiciera escuchar el himno del equipo antes de saltar al campo. O que alguno de los veteranos le explicara lo que significa estar en un club como este. Pero claro... este Atleti SAD no tiene nada que ver con el Club Atlético de Madrid. Nada.

Lo que iba diciendo. Metió el Atleti dos goles en el primer tiempo ante un Zaragoza absolutamente inoperante y apenas la grada celebró como acostumbra los tantos de su equipo. Pues bien, pues vale. Daba la impresión de que la mayoría de los socios, entre pipas y bocatas, esperaba que el Atleti volviera a cagarla para desahogar la mala leche acumulada. Pero eso está muy mal decirlo. Y nosotros, los rojiblancos, siempre queremos que ganen los nuestros (aunque no lo confesemos). El primer gol -y esto sí que es curioso- llegó después de que el campo hiciera un primer intento de pitada tímida y condescendiente. Entonces Arda colgó un balón al área y Adrián se encargó de meterla cuando Falcao le limpiaba el paso acaparando la atención de los defensas maños. Bien. Ya era hora.

El segundo fue en una jugada a balón parado. Parecía ensayada, pero quién sabe. Otra vez los tres defensas se van a por Falcao y Domínguez recoge el balón que Godín le pone de cabeza. Pues muy bien. Pues esto está finiquitado.

En la segunda parte marcó Adrián su segundo que era el tercero y con tres a cero. Ojo, tres a cero en el marcador, se oyen los primeros cánticos contra Manzano y contra Gil. En la radio, curiosamente, sólo hablaban de los cánticos contra Manzano. En el periódico del día siguiente exactamente lo mismo, sólo se mencionaban los cánticos contra el entrenador, igualmente en las webs deportivas. Pareciera que los periodistas o los medios de comunicación no tuvieran oídos para todo lo que sea la protesta del público contra la directiva y los dos ladrones sobreseídos. El duo prescrito y su oscura y larga mano de métodos mafiosos que llega hasta el infinito y más allá. No encuentro otra explicación.

Total, que salió Tiago y en esa misma jugada deja sin marca a un tipo del Zaragoza que era el único con ganas de marcar y marcó. Luego vimos otro paradón de Courtois (cedido por esta temporada y que se está comiendo todos los minutos sin que Asenjo y Joel se fogueen. Vermos qué pasa el año que viene) y listo para sentencia.

El jueves otra vez contra el Udinese en Europa League. Ya nos ganaron allí en los cinco últimos minutos con su equipo suplente. Reservando a los titulares. Pareciera que los italianos no quisieran jugar esta competición menor y centrarse así en el Calcio. Me temo que el Atleti, generoso donde los haya en Europa, volverá a ponérselo fácil. Más que nada porque no acudirá mucha gente al campo (a las 21:00 un jueves de diario, en noviembre, junto al río y sólo para Abono Total). De todos modos dará igual ir con la bufanda verde y oro (no saldrá en ningún medio) dará igual gritar contra el palco (nadie dirá nada). De modo que mejor que gane el Atleti, aunque sirva para anestesiarnos otros 24 años más.

Somos nosotros, Atleti somos nosotros.