Celta 0 - Atleti 1
Mira que me gusta a mí esta competición. Los partidos de Copa se juegan de tú a tú, sin posibilidad de especular con el calendario. Es lo que hay, señores, 180 minutitos, 90 en cada pueblo. Y el que más goles marque pasa. Y si marcas en el campo de los rivales, se premia el esfuerzo en caso de empate. Es genial.
Y mejor aún cuando tu equipo se enfrenta a un grupo de futbolistas que son reservas en su club. Un club que (no me lo puedo explicar aún después de lo visto ayer y la semana pasada) milita en la Segunda División y está coqueteando con el descenso a Segunda B. Si yo fuera Eusebio dejaba que estos chavales (nada menos que ocho gallegos de la cantera) sacasen al Celta de sus sufrimientos en Liga. Vamos, sin pensármelo ni media vez.
Y después de este halago contenido al rival (me encantó Trashorras, me pareció un equipo de toque, de ataque, de fuerza y merecedor -al menos- de habernos llevado a la prórroga y que nos hubiéramos jugado el pase en los penaltis) ahora lo que toca es contar cómo vi el partido.
Por supuesto, en pijama. Con mi hija María, rojiblanca como yo, tomándose el biberón a toda velocidad y con la firmeza que exhibió ayer nuestra defensa. Sin dar concesiones a los grumos, sin posibilidad de que entrara una burbuja de aire, apretando fuerte para no dejar ni el mínimo resquicio a los agentes externos que pudieran causar dolor.
Y cuando Forlán se encuentra con un regalo defensivo de los que estamos acostumbrados a hacer más que a recibir, enfila con el tobillo hinchado la portería de uno de los chavales gallegos y se la pone donde sólo se puede coger agachando el riñón detrás de la raya. Imparable.
El uruguayo, cumplidor y agradecido, busca al preparador físico del Atleti, al que le bajó en brazos al vestuario el día que se llevó el susto frente al Sporting. Se abraza a él y le dedica el gol. Supongo que por su mente pasaría el rato que se tiró tumbado en el césped del Calderón mientras Reyes seguía jugando sin tirar la pelota fuera hasta que en un rebote le llegó a Antonio López que, este sí, la echó fuera para que atendieran el tobillo del Cachavacha. ¿Tendrá algo que ver la "pelea" de Reyes y Forlán en Getafe?
Lo cierto es que marca Diego y mi niña se pone toda roja, aprieta los puños, se encoge como un ovillo y emite un alarido impropio de una cría con 21 días. Por Dios, qué potencia de voz. Ni el Frente Atlético en sus mejores tiempos hubiera sido capaz de acallar semejante berrido. Aún con ella en los brazos le beso en la frente y le susurro que yo también estoy contento, pero que aún falta mucho partido y que no tiene que ponerse tan tensa, que ya tendremos tiempo al final, cuando tengamos que pedir la hora.
Mi chica me mira con cara de pena y me arranca a nuestra hija en común de los brazos temiendo que la deje caer en alguna de mis constantes saltos del sillón. Menos mal que hoy Perea no se está complicando, menos mal que Tiago en el centro del campo marca el ritmo y pone orden, menos mal que Domínguez está convirtiéndose en un pedazo de central, menos mal que De Gea transmite la paz y la serenidad que nos había robado Asenjo en lo últimos partidos. Y sí, una lástima que Simao y Reyes no apareciesen en todo el partido. Ufjalusi y Antonio hicieron lo que pudieron, pero a tanto no se puede llegar. Y sí, una lástima que el Kun y Forlán no se asociaran más, que Forlán y el Kun no acertasen más, que el uruguayo y el argentino quisiesen y no pudiesen.
Al final el Celta siguió empujando y el Atleti tapando. Mi niña seguía inquieta y al olerle el pañal descubro que tenemos premio coincidiendo con un remate de los celtiñas que pega en el larguero. Faltan seis minutos. Cambio a la pequeña María y nos clasificamos para cuartos de final.
Ahora a por el Málaga en Liga. Después habrá que tomarse muy en serio a un Racing que está inspirado, que está de moda, que vende mega-cracks de 18 años a los vikingos y que en los últimos partidos nos ha mojado la oreja de una manera estrepitosa. Ojo a las semifinales que, como no mejoremos (y mucho) me temo que será nuestro fin de trayecto.
Vamos, Atleti, vamos.